Leonidas: una lluvia de estrellas fugaces brillantes y coloridas
Cada otoño, la Tierra, en su carrera alrededor del Sol, cruza el Cúmulo de las Leónidas: un montón de polvo formado por los escombros dejados por el cometa 55P/Tempel-Tuttle que se desintegra con cada paso cerca de nuestra estrella. Este polvo, o meteoritos, se vuelven luminosos cuando entran en la atmósfera terrestre y forman estrellas fugaces, que, por tanto, no tienen nada estelar, a pesar de su nombre.
Hasta 200 estrellas fugaces por hora
Las Leónidas obtienen su nombre del hecho de que el radiante de esta lluvia de meteoritos (el punto en el cielo donde parecen originarse) se encuentra en la constelación de Leo. Esta constelación sale a finales de mediados de noviembre, tendrás que esperar hasta pasada la medianoche para observarla. Para localizarla no necesitas mapas ni brújula, porque este año, lamentablemente, la Luna se ubicará en esta misma constelación. Esto evitará que veas las estrellas fugaces más tenues siempre y cuando hayas logrado encontrar un trozo de cielo sin nubes…
En este caso, los observadores podrán disfrutar de un espectáculo significativo: según el Instituto de Mecánica Celeste y Cálculo de Efemérides (IMCCE), la tasa horaria de estrellas fugaces puede llegar a 200 entre la 1 am y las 3 am, con estrellas brillantes y a veces coloridas. .
Créditos: IMCE🇧🇷
¿Cómo ver el programa?
Que en paz descansen los menos afortunados: para observar el cielo, nada mejor que utilizar los ojos, sobre todo para intentar ver las estrellas fugaces. De hecho, solo el ojo ofrece una vista de “gran angular” que restaurará la extensión del fenómeno. Para distinguir mejor los planetas y las constelaciones, pueden ser útiles unos binoculares, un telescopio o un telescopio pequeño. Sin embargo, tenga cuidado con el deslumbramiento: en la oscuridad, la pupila se dilata, pero una simple linterna, los faros de un automóvil o un ir y venir entre áreas oscuras e iluminadas interfieren con la visión nocturna. Lo ideal es, por tanto, evitar la contaminación lumínica de las zonas urbanas e instalarse, bien abrigado, en un prado en plena naturaleza y mirando al este.
El cometa 55P/Tempel-Tuttle, origen de esta lluvia, pasó su perihelio en 1998, hace más de 20 años. Tiene un período de 33 años, en 10 años, por lo tanto, ocurrirá un nuevo pasaje que llenará de polvo el enjambre de Leónidas. Seguirán lluvias de estrellas fugaces mucho más grandes y espectaculares.
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