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Tensiones dentro de la Unión Europea por la actitud hacia los talibanes

Durante una reunión entre los talibanes y representantes de la UE, Estados Unidos y otros países occidentales, en Doha, el 12 de octubre.

La diplomacia europea se divide entre imperativos humanitarios y políticos. ¿Deberíamos reconectarnos con los talibanes para ayudar a una población afgana en peligro, a riesgo de derrocar a un régimen musulmán fundamentalista que se niega a acatar las normas internacionales de derechos humanos? Este es el dilema al que se enfrentaron los miembros de la Unión Europea (UE) hace dos semanas, cuando Bruselas decidió enviar una delegación a Afganistán por segunda vez en Kabul.

Para Francia y Dinamarca, esta decisión raya en la ingenuidad y equivale a allanar el camino para el reconocimiento oficial de un régimen que no está dispuesto a transigir y que ni siquiera sus aliados rusos, chinos o paquistaníes reconocieron.

Según el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, los estados miembros de la UE han acordado que un “Presencia mínima” de la UE en Kabul fue “Es necesario apoyar al pueblo afgano y garantizar el paso seguro de los afganos en peligro, pero esto no significa que los europeos reconozcan el nuevo régimen”. Esta declaración no escapó al gobierno talibán. El lunes 25 de octubre, las autoridades talibanes prometieron “Garantizar la seguridad de esta misión europea”, cerró a mediados de agosto y podría reabrir en cuatro o cinco semanas. El lunes, el portavoz talibán del Ministerio de Relaciones Exteriores, Abdul Qahar Balkhi, habló de una medida “Importante y positivo”.

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“El hambre es preocupante, dramático, y la mitad de la población necesita ayuda”, dicen los cercanos a Borrell, pidiendo a la UE que sea ” líder “ ante este drama. Añaden que, sin solución, “Se abrirá el camino para China, los Emiratos o Rusia”. Vergonzoso para un sindicato que quiere ser “Geopolítica”. En septiembre, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE establecieron una serie de condiciones para la continuación de un diálogo cauteloso centrado en la acción humanitaria. Pero la represión de manifestaciones y periodistas por parte de los talibanes, así como la composición – no muy inclusiva – del nuevo gobierno, congeló la actitud de los Veintisiete, evocando solo la necesidad de una “Compromiso operativo”.

“Salvar a una población en peligro de extinción”

Esta formulación tan vaga del mandato reflejaba el deseo de prevenir «La implosión» del país, sin reconocer oficialmente a sus líderes. Para la Unión, también se trataba de evitar una nueva ola migratoria que está sacudiendo a muchos países. El 12 de octubre, los delegados de la UE se reunieron con los enviados de los talibanes en Doha, Qatar. Un interruptor “Técnico e informal”, hizo hincapié con cautela en las partes interesadas. Bruselas también envió a Kabul en dos ocasiones para preparar la reapertura de una sucursal europea, una delegación encabezada por Arnout Pauwels, ex número dos de la misión de la UE en la capital afgana.

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Eugènia Mansilla

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