Ciencias

¿Por qué nos disgustan ciertos alimentos?

CJAMY. La columna de Camille Gaubert se transmite a diario en el programa “C Jamy”, presentado por Jamy Gourmaud de lunes a viernes, a las 17 horas, en Francia 5.

Cilantro dividido: algunos dicen que es fresco y cítrico, mientras que otros piensan que sabe a tierra o jabón. Esto no es sorprendente: el cilantro contiene moléculas llamadas aldehídos, especialmente utilizadas en cosmética y perfumería por su olor a jabón. Pero no todos somos igualmente sensibles al olor de estas moléculas. En 2012, un estudio publicado en la revista Sabor identificaron el receptor olfativo estimulado por aldehído en cilantro. ¡Aquellos en quienes este receptor es particularmente activo tienen más probabilidades de oler el desagradable olor a jabón! Sin embargo, según los investigadores, este componente genético afecta solo al 10% de su gusto por el cilantro. El resto es particularmente cultural. Otro estudio de 2012 mostró que al 17% de los europeos no les gusta el cilantro, frente a solo el 3% de las personas en Oriente Medio, que lo utilizan más en la cocina.

El asco: una emoción que nos protege

Las preferencias alimentarias se construyen durante el embarazo, influenciadas por la dieta de la madre. La genética también afecta nuestra capacidad para sentir amargura, según un estudio de 2019. Por lo tanto, las personas en las que el gen causante es particularmente activo tienen más probabilidades de encontrar ciertos vegetales como el brócoli y las coles de Bruselas muy amargos, pero también chocolate amargo o café.

El asco es una emoción innata que nos ha protegido durante miles de años. En 2021, los investigadores estudiaron a los Shuar, un pueblo indígena del Ecuador cuya forma de vida se asemeja a la de nuestros antepasados ​​cazadores-recolectores. Como resultado, las personas que se sintieron más disgustadas se vieron menos afectadas por las infecciones. Y los shuar que vivían higiénicamente, en pisos de concreto y con mejor acceso a agua limpia, tenían más probabilidades de sentirse asqueados por ciertos alimentos y suciedad. La repugnancia, por lo tanto, también evoluciona con nuestro estilo de vida y exposición cultural.

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Prudencia Febo

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