Piedad chiita movilizada en Irak contra Irán
OMucho se ha dicho en los últimos años sobre la “media luna chiita”, que haría que la República Islámica de Irán dependiera en todas partes de las comunidades chiitas para impulsar su expansionismo en el Medio Oriente.
Según esta geopolítica de la identidad, cada árabe chiita sería, por ser chiita, un intermediario más o menos activo de Teherán en la región. es olvidar eso El ayatolá Ali Al-Sistani, el más respetado de las autoridades chiítas, consistentemente cuestiona, desde la ciudad santa de Najaf, en Irak, el principio mismo de la teocracia iraní. Y que la población chiita, mayoritaria en Irak, aportó la mayor parte de los batallones que mantuvieron el frente contra Irán durante la guerra de 1980-1988. Fue necesaria la invasión estadounidense de Irak en 2003 para derribar esta frontera centenaria entre los mundos árabe y persa.
El ejército del Mahdi
La administración Bush, prisionera de su visión confesional de la región, quería sobre todo tener socios chiítas en la reconfiguración de Irak, una vez derrocada la dictadura de Saddam Hussein. Son los militantes proiraníes que han regresado del exilio en Irán o Siria los que han formado la columna vertebral de este “nuevo Irak”, al frente del cual se encuentra Nouri Al-Maliki, uno de los redactores de la Constitución de 2005.
Antes de ellos, la generación que nunca salió de Irak y creció bajo el embargo de 1991-2003 concibió un nacionalismo feroz cuyo líder se convirtió en Moqtada Al-Sadr. Mullah de apenas 30 años durante la invasión estadounidense, obtiene su prestigio del “martirio” infligido por el régimen baazista a su padre, el ayatolá Mohammed Sadeq Al-Sadr, asesinado en 1999, así como a su primo. Ayatolá Mohammed Baqer Al-Sadr, ahorcado en 1980. El distrito chiíta más poblado de Bagdad, llamado “Ciudad Saddam” durante la dictadura, pasa a llamarse “Ciudad Sadr” después de 2003, como muestra de la lealtad de sus habitantes a la dijo (descendiente del profeta Mahoma) que es Moqtada Al-Sadr.
El joven líder chiíta organiza a sus partidarios en un “ejército del Mahdi”, haciendo uso así del duodécimo y último imán chiíta, oculto a los ojos de los hombres durante más de un milenio, cuyo regreso debe marcar el fin de los tiempos. El desafío simbólico a la República Islámica de Irán va acompañado de un desafío militar a la ocupación estadounidense, que el Ejército del Mahdi enfrentó en 2004, en pleno corazón de la ciudad santa de Nayaf. Moqtada Al-Sadr incluso estuvo sitiado durante tres semanas en el mausoleo de Ali, el primer imán chiíta, y convirtió la evacuación de este lugar sagrado en una victoria política. En 2007, los partidarios de Sadr eligieron el cumpleaños del Mahdi para aplastar a sus rivales chiítas en la otra ciudad santa de Irak, Karbala, donde el mausoleo de Hussein, hijo de Ali, fue martirizado en 680 (asuraque conmemora el asesinato de Hussein, es la fiesta más sagrada del calendario chiíta).
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