Pérdida de apetito, ganas de jugar o aumento de la necesidad de atención… Los perros también se ven afectados por la muerte de un familiar cercano, según un estudio publicado este jueves.
En el pasado se han observado signos de duelo en otras especies como grandes simios, ballenas, delfines, elefantes e incluso aves.
En los caninos, la evidencia aún era tenue. Una madre dingo, una especie de perro salvaje, por ejemplo, fue observada transportando a sus crías de un lugar a otro después de su muerte. Y lobos sueltos enterrando cachorros muertos.
Para las mascotas, hasta el momento solo se dispone de observaciones anecdóticas de los dueños, con los riesgos de antropomorfismo o exageración que conllevan.
El nuevo estudio, publicado en la revista Scientific Reports, entrevistó a más de 420 adultos italianos que tenían al menos dos perros, uno de los cuales murió y el otro sobrevivió.
El cambio negativo fue visto por el 86% de las personas, y una cuarta parte dijo que duró más de seis meses.
Estos nuevos comportamientos incluyeron una mayor necesidad de atención (67 %), una menor propensión a querer jugar (57 %) y una actividad general reducida (46 %).
Los perros que sobrevivieron a su compañero también durmieron más, se volvieron más temerosos, comieron menos y ladraron o aullaron más.
Según los investigadores, el duelo estuvo determinado principalmente por la calidad de la relación entre los dos animales, más que por el tiempo que vivieron juntos.
La tristeza del dueño también pareció influir, lo que sugiere que el perro también puede verse afectado por la emoción que siente el dueño.
“Este es potencialmente un problema de bienestar que se ha pasado por alto” en el pasado, concluyó el estudio, y dijo que una mejor comprensión de los comportamientos de los animales es fundamental para satisfacer sus necesidades.
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