Investigadores evalúan el impacto ambiental de 57.000 productos vendidos en supermercados
Comer frutas y verduras es mejor para el planeta que comer carne y queso. Pero las papas fritas y las bebidas azucaradas también tienen un impacto ambiental muy bajo: los científicos analizaron alrededor de 57,000 productos vendidos en supermercados en el Reino Unido e Irlanda en un gran estudio publicado el lunes en la revista científica PNAS.
Los investigadores, que esperan que su estudio pueda ayudar a los consumidores a comprar de manera más sostenible sin sacrificar nada por su salud, también compararon sus resultados con las cualidades nutricionales de estos alimentos.
Los siropes, refrescos u otros zumos de frutas se encuentran, por tanto, entre los productos comercializados con menor impacto ambiental -al estar compuestos mayoritariamente por agua- pero su calidad nutricional es pobre, apunta el estudio.
Sin embargo, los investigadores creen que, en general, los productos más sostenibles son también los mejores desde el punto de vista nutricional.
Este trabajo confirma así lo que ya habían avanzado otros estudios al analizar ingredientes únicos (frutas, carnes rojas, etc.). La novedad es que aquí el análisis se refiere a productos compuestos por múltiples ingredientes (salsas, platos preparados, etc.).
La tarea es difícil porque la cantidad de cada ingrediente se considera un secreto comercial y, por lo tanto, está mal detallado: solo alrededor del 3% de los más de 57,000 productos vendidos por ocho minoristas de alimentos tenían una composición completamente cuantificada.
Por lo tanto, los científicos desarrollaron un algoritmo basado en la información poco conocida para evaluar la proporción de ingredientes faltantes: en el Reino Unido e Irlanda, los componentes se enumeran principalmente en orden de cantidad utilizada.
Para evaluar el impacto ambiental, se consideraron cuatro factores: emisiones de gases de efecto invernadero, uso de recursos hídricos limitados, uso del suelo y eutrofización acuática (contaminación del agua).
El pan, pero también algunos cereales, determinados platos preparados o postres (pasteles, galletas, etc.) tienen un impacto ambiental relativamente bajo o intermedio.
Por otro lado, los pescados, quesos y carnes, especialmente las carnes rojas (cordero, ternera) tienen un fuerte impacto.
“Reemplazar la carne, los lácteos y los huevos con alternativas basadas en plantas puede tener importantes beneficios ambientales”, señalan los autores del estudio.
Pero las transiciones “menores” también pueden ayudar.
Por ejemplo, la lasaña de ternera, que tiene un fuerte impacto ambiental, puede sustituirse por una lasaña de pollo o cerdo, o incluso vegetariana.
En el futuro, conocer mejor las dosis y el origen de los diferentes ingredientes ayudaría a determinar con mayor precisión su impacto en el medio ambiente, señalan los investigadores.
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