Ibrahim Boubacar Keïta, el presidente que prometió reconstruir Malí
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Ibrahim Boubacar Keïta, también conocido por las siglas “IBK”, el expresidente de Malí, falleció el domingo 16 de enero a los 76 años en su residencia de Bamako. El hombre que dedicó toda su vida a la política había sido obligado, en agosto de 2020, a retirarse de la vida pública, expulsado por militares golpistas que dieron el golpe de gracia a un régimen corrupto, disputado violentamente en la calle durante varios meses.
Debilitado físicamente por un accidente cardiovascular ocurrido pocas semanas después de su forzosa partida, “IBK” había desaparecido de la escena pública. Silencioso tras los altos muros de su aldea en el distrito bamako de Sebenikoro, lejos de las esperanzas de renovación que había albergado ocho años antes, cuando el país acababa de salir del abismo al que los grupos yihadistas habían prometido arrojarle.
“IBK” probablemente soñaba con un momento más tranquilo para finalmente obtener acceso al poder supremo que lo eludió durante diez años. En julio de 2013, su victoria presidencial con casi el 78% de los votos fue indiscutible. Concluyó una campaña electoral durante la cual logró presentarse como el hombre que refundó un estado moribundo en Malí.
Sin embargo, es un producto puro del serrallo político de Malí. En 1992, su nombre apareció en el organigrama de la presidencia como asesor diplomático de Alpha Oumar Konaré, un candidato de la sociedad civil que acababa de ser elegido para encabezar el estado de Malí. Al año siguiente, fue nombrado embajador en Costa de Marfil, antes del gran salto: ministro de Asuntos Exteriores, luego primer ministro, cargo que ocupó de 1994 a 2000, un récord en Bamako. Si falla dos veces en las elecciones presidenciales (en 2002 y luego en 2007) -todavía será elegido miembro de la Asamblea Nacional- refina su estatura como estadista.
En 2013, los malienses esperan un salvador, un hombre providencial que los saque del caos. “IBK” promete ser ese. Cuando ingresó a la carrera presidencial en el verano de 2012, el país apenas se estaba recuperando de un golpe militar. Sobre todo, Malí está desgarrado, cortado en dos y amenazando con implosionar. El norte de Malí está bajo el yugo de grupos armados independientes tuareg (familiarizados con el panorama político maliense) asociados para la ocasión a movimientos yihadistas más recientes vinculados a Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).
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