Ciencias

España, ese país cero en ciencia

Hace casi un siglo, en 1923, Albert Einstein fue recibido en España como un héroe popular. Los diarios de la época dan cuenta de este tremendo suceso, multitudes invadieron las calles y salas de conferencias, aunque pocos fueron los que entendieron algo. [à son travail]. El fallecimiento del gran científico dejó divertidas anécdotas, pero ninguna huella.

Cien años después, el papel de España en el tablero científico mundial está lejos de ser obvio. Nuestro único premio Nobel de fisiología o medicina, Santiago Ramón y Cajal, decía que le faltaba “una rueda en el carro de la cultura española, el de la ciencia”. Cuando Cajal tenía mucha influencia (tras recibir el Nobel en 1906), se propuso superar los siglos de la Contrarreforma. [ou Réforme catholique, le mouvement par lequel l’Église catholique a réagi à la Réforme protestante au XVIe siècle]que convirtió a España en un desierto científico entre el siglo XVIIy y el 19y siglo, mientras que en otros lugares la ciencia estaba en plena revolución.

¿Podría España avanzar? Cajal vio claro el camino a seguir: reclutar extranjeros o españoles formados en países más avanzados y formarlos. Apostó, entre otros, por Juan Negrín (1892-1956), más conocido como el último jefe de gobierno de la Segunda República que como científico.

Que Cajal eligiera a un hombre que estudió en Alemania (medicina y química) para dirigir un laboratorio español en lugar de uno de los suplentes sentados en el banquillo de Madrid provocó un escándalo. Cajal lo ha conseguido gracias a su inmenso prestigio científico, pero en 2022 no hay nadie de este calibre en España.

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Aumento perverso de las inversiones

El ganador del Premio Nobel hizo bien en confiar en su intuición. Negrín desarrolló una ciencia a medio camino entre la medicina y la química: la fisiología. Uno de sus discípulos, Severo Ochoa, recibió el Premio Nobel de Medicina en 1959. Podría haber sido el segundo Premio Nobel de España, pero Ochoa, que se exilió en 1936, tenía ciudadanía estadounidense.

No se puede negar que los distintos gobiernos democráticos, tanto del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como del Partido Popular (derecha), intentaron cambiar la situación. Pero nunca abordaron el problema fundamental, que radica no solo en la financiación, sino también en la naturaleza de un sistema que odia todo lo que está fuera.

El Instituto Nacional de Estadística de España

Prudencia Febo

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