En Ucrania, tras meses de tensiones diplomáticas, Vladimir Putin opta por dar la vuelta a la tortilla
En primer lugar un largo discurso, dos décadas de resentimientos y agravios concentrados en una diatriba improvisada televisada llena de fría rabiasuspiros y amenazas apenas veladas dirigidas a Occidente y Ucrania, una obsesión del presidente ruso Vladimir Putin. Luego, unas horas más tarde, a última hora de la tarde del lunes 21 de febrero, las primeras columnas de vehículos blindados que entraron en el Donbass, tímidamente filmadas por los residentes apostados en sus ventanas.
Entre ambos, una decisión que el jefe del Kremlin presentó como “necesario y madurado durante mucho tiempo” pero que sume a Ucrania y a toda Europa en un área de incertidumbre y agitación: el reconocimiento “inmediato” por Rusia de la independencia de las dos entidades separatistas del Donbass ucraniano, las “Repúblicas Populares” de Donetsk y Luhansk. Esta decisión fue seguida por el envío casi inmediato de tropas para apoyarlos.
En el enfrentamiento abierto con Occidente desde hace varios meses, esta decisión constituye una escalada importante. Hasta ahora, Vladimir Putin se ha cuidado de aparecer en la segunda fila, dejando la iniciativa formal a sus colegas de Donbass o incluso de Bielorrusia. Él mismo se contentó con prometer, de manera vaga, una “técnico militar” después de que los occidentales se negaran a conceder a Rusia los “garantías de seguridad” que ha estado preguntando desde el otoño de 2021.
Putin vinculó estos dos temas, el conflicto en Donbass y la cuestión más amplia del papel de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa, haciendo que Ucrania “una colonia con un régimen títere” transformado en un instrumento de lucha, incluso militar, contra Rusia. En particular, mencionó la posibilidad “de verdad” para que Ucrania adquiera armas nucleares.
Antes, en este mismo largo discurso, había vuelto a su tema favorito, el “locura” cual hubiera sido el “creación” de la Ucrania moderna por la Unión Soviética. El presidente ruso prosiguió su largo recorrido histórico hasta el punto de evocar la “corrupción” en Kiev, traición a Ucrania “de nuestros valores comunes” o la transformación de Crimea en “Enfoque de terror”.
Oukase y puesta en escena
En lo que se refiere al conflicto de Donbass, esta iniciativa de Putin pone fin definitivamente a la secuencia diplomática abierta hace ocho años por los acuerdos de Minsk, y por tanto a la esperanza de una solución pacífica y política a este conflicto. Paradójicamente, Rusia también está perdiendo una de sus palancas de presión favoritas contra Kiev, ya sea la denuncia de las carencias de Ucrania o la pérdida de soberanía que hubiera supuesto para este país la implementación de los acuerdos -firmados sucesivamente en septiembre de 2014 y febrero de 2015 tras intervenciones directas del ejército regular ruso.
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