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En Reino Unido, se endurece la ola de huelgas salariales

Unir a los trabajadores de piquetes sindicales fuera del puerto de Felixstowe, Reino Unido, 21 de agosto de 2022.

El jueves 18 de agosto, los trenes británicos estaban en huelga y el tráfico se vio gravemente interrumpido. Al día siguiente, el metro de Londres se detuvo. Dos días después, los trenes fueron bloqueados nuevamente. El domingo, fue el turno de los estibadores de puerto felixstowe, en el este de Inglaterra, para lanzar una huelga de ocho días. El lunes 22 de agosto, la ira se apoderó también de los abogados, quienes votaron por amplia mayoría fortalecer el movimiento huelguístico que iniciaron en abril. En Edimburgo, la capital escocesa, después de casi una semana de paros de los recolectores de basura, la basura se acumula.

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Casi todos los días, el Reino Unido se enfrenta a una nueva ola de exasperación de los empleados. “Verano de descontento”, como se le denominó, comenzó en junio y tiende a endurecerse. Es ya la mayor oleada huelguística en treinta años, aunque por ahora queda lejos del “invierno del descontento” de 1979, que lo había inmovilizado todo.

Dicho esto, en un país que casi no ha visto movimientos sociales desde la década de 1990, no hay una gran manifestación o una coordinación real de acciones. Frente a las estaciones, a veces se reúnen unas pocas docenas de manifestantes, blandiendo cortésmente un puñado de carteles. El lunes, en Felixstowe, el puerto de contenedores más grande del reino, menos de 100 personas con chalecos rojos o rosas fluorescentes aparecieron en el césped reseco cerca de su lugar de trabajo.

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shock inflacionario

La falta de costumbre en relación a las huelgas -en Felixstowe no ocurre desde hace treinta años- hace que el movimiento generalizado que parece apoderarse del país sea aún más grávido. “En el puerto, los empleados no son realmente activistas, subraya Robert Morton, representante sindical de Unite para el sector del transporte. Pero simplemente no pueden permitir que la inflación destruya sus salarios. »

Cada huelga tiene sus particularidades, pero todas confluyen en un punto: el choque inflacionario, desde el 10,1% en julio al otro lado del Canal (o hasta el 12,3% según los indicadores), es violento. En un año, la retribución media, incluidos los bonus, aumentó un 5,1% en el segundo trimestre, lo que supone una caída del poder adquisitivo del 3%. Hay que remontarse a la crisis financiera de 2008 para encontrar una caída tan pronunciada. Probablemente esto sea solo el comienzo: el Banco de Inglaterra espera que la inflación alcance el 13% en los próximos meses. En cuanto a los analistas de Citi, un banco estadounidense, esperan hasta un 18% en enero de 2023.

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Eugènia Mansilla

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