En México, la “resurrección” del pescado tequilero
Mide apenas unos centímetros y lleva el nombre de un famoso espíritu mexicano: en Teuchitlán, un pueblo del occidente de México, los lugareños celebran el inesperado regreso a las aguas de sus ríos del pez tequila, una especie endémica que se encuentra en peligro crítico de extinción.
La distribución geográfica de este pez es sumamente limitada: se encuentra únicamente en las aguas del río Teuchitlán y en los desagües del río Ameca, en el estado mexicano de Jalisco (oeste).
En 1998, la especie se consideró “extinta” debido a la fragmentación del hábitat, la contaminación y la competencia de otros peces no endémicos, según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Científicos estadounidenses y británicos, sin embargo, conservaron ejemplares en acuarios, lo que permitió la liberación pocos años después de un proceso de reintroducción del pez a su hábitat original, liderado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Tras una fase de dos años en el laboratorio, el proyecto arrancó en 2014 y se realizaron varias reintroducciones de peces al río, la última en 2018, explica a la AFP Omar Domínguez, biólogo y director del programa.
Actualmente, el número de peces tequileros se estima entre 1.500 y 2.000 y si la especie continúa “en peligro” según la UICN, se considera que su población va en aumento.
El pez pequeño -que mide entre 6 y 8 centímetros en tamaño adulto- es un “elemento clave del ecosistema”, enfatiza Omar Domínguez.
Además de su nombre, que hace referencia a un valle y montaña local, tiene características muy específicas: es vivíparo, es decir, está dentro del cuerpo de la madre que el feto se desarrolla durante 45 días; también es carnívoro “come, por ejemplo, larvas de mosquito, lo que hace que el medio ambiente sea saludable para el hombre”.
“Único en el mundo”
El proyecto de reintroducción buscó principalmente involucrar a los 10,000 habitantes de Teuchitlán, en particular a los niños, quienes no solo informan a los visitantes sobre la importancia de salvaguardar el hábitat natural del pez tequila, sino también sobre su singularidad.
“Son ellos, los niños, los que van a ver a los visitantes que están a la orilla del río y les explican que en este río vive un pececito que es único en el mundo (…) y que ellos participaron en su reintroducción ”, dijo a la AFP Consuelo Rivera, de 70 años, maestra jubilada de Teuchitlán.
El colectivo ciudadano “Guardianes del río” también organiza campañas informativas y talleres para niños sobre fauna y flora.
El turismo también forma parte del proyecto de reintroducción. En la zona costera de El Rincón, varias piscinas naturales, alimentadas por las aguas del río, son muy populares entre los turistas locales que les atribuyen virtudes terapéuticas.
Los bañistas pueden nadar con el pez tequila, que los lugareños también llaman “gallito” (pequeños gallos) debido a la banda naranja en la cola del macho que usa para cortejar a la hembra.
“Estos pececitos son muchos, nadan con los bañistas ya veces empiezan a morder a la gente, a acariciarlos”, sonríe María Aurea Martínez, empleada de la zona de baño.
Para el párroco de Teuchitlán, padre Jaime Navel, este regreso es un milagro. “El pececito volvió a la vida, volvió a la vida”, celebra, celebrando el regreso de la “alegría en la comunidad”.
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