Economía

En Madrid, las últimas navidades del ‘hospital de juguete’

Con bata blanca y un destornillador a modo de bisturí, Antonio Martínez Rivas examina un coche teledirigido en su “hospital de jugueteen Madrid, un taller único que cerrará sus puertas tras medio siglo de reparaciones.

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Antonio Martínez Rivas trabaja en su “hospital de juguete”, el 20 de diciembre en Madrid.
Foto: AFP/VNA/CVN

La mirada concentrada detrás de las gafas, esa “falsificar“Un apasionado señor de 70 años, que se jubilará el 31 de diciembre, está ocupado en su mesa de operaciones a pocos días de las últimas navidades en su taller”.Ahora soy yo quien lo va a arreglar”, dice este señor del bigote y la voz ronca a un cliente, en alusión al tercer cáncer que combate.

Iluminada por neón pálido y rodeada de herramientas y repuestos, su mesa de operaciones forma la esquina de una verdadera cueva de Ali Baba, donde miles de coloridos juguetes se derraman desde los estantes hasta el techo.

Muñecos, juegos de mesa, peluches, caballos de madera enviados por clientes españoles pero también de Francia, Reino Unido, Portugal e incluso Uruguay: su taller es también una máquina del tiempo de principios del siglo pasado. “Fuimos los únicos en dedicarnos (a la restauración) de cualquier tipo de juguete” en España, dice este madrileño, que aprendió un oficio de su padre”que no se enseñan en ninguna academia”.

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“Espíritu del juguete”

Clientes “los que más ven son los adultos que sienten nostalgia por lo que tuvieron de niños”, señala Antonio Martínez Rivas. 🇧🇷Algunos me dicen + no lo cambies, si pones un forro nuevo busca el mismo porque es el espíritu del juguete +” Cuándo “otros hablan con tu muñeca“, observa, serio, antes de ser interrumpido por un cliente. David Hinojal, de 40 años, vino por un mono de peluche que llora cuando le aprietas la barriga.

🇧🇷Fue un regalo que le hice a mi suegra.de un viaje a México, “y a la que nos aferramos“, confiesa, con una sonrisa, esta empleada del sector turístico. Los curiosos a veces recorren España para ver el taller de Antonio, como Julia Fernández, que venía de Barcelona con su marido.

Antonio Martínez Rivas recibe a un cliente en su “hospital de juguete” el 20 de diciembre en Madrid.
Foto: AFP/VNA/CVN

🇧🇷Escuchamos que el hospital de juguetes iba a cerrar” y “Me pareció muy interesante visitarlo”, Ella explica. “Es un arte y nos vamos con nostalgia” Desde su tienda, esta maestra de 60 años se maravilla de haber visto en el taller un pequeño proyector de diapositivas y un caballo de papel maché parecido a los de su infancia.

Reciclaje y videojuegos

🇧🇷Es una pena que se cierre (…) porque es una forma de reciclar juguetes, de no consumir más”, dice David Hinojal. 🇧🇷Hay que valorar el juguete.” Por qué “si seguimos así nos dominarán los residuos”, añade Antonio Martínez Rivas, que pone fin, con este cierre, a una aventura familiar.

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Su padre había abierto una pequeña fábrica de juguetes hechos a mano en 1945 antes de convertirse gradualmente en reparaciones ante la llegada masiva de juguetes de plástico en las décadas de 1950 y 1960, que no pudo producir.

🇧🇷Cuando regresé de la universidad, alrededor de los 12 o 13 años, terminé mi tarea y me senté con (mi padre) en el escritorio para aprender”. una profesión compuesta por bricolaje, artes y oficios, relojería, mecánica o electricidad, recuerda.

Antonio, que reemplazó a su padre en la década de 1970 y no tiene empleados, a su vez ha tenido que lidiar con la llegada de los videojuegos, lo que ha provocado un declive en el interés por los juguetes tradicionales. “Ahora todos tienen una tablet, celular o consola”, se arrepiente.

Ninguno de los tres niños quería hacerse cargo del negocio y los pocos internos que pasaban por la tienda lo entendieron. “no paga”, se lamenta, refiriéndose a un salario exiguo de “8 a 10 euros la hora”.

🇧🇷Después de tantos años de trabajo, solo quedan emociones y tristezas, porque hay muchos clientes que ya no son solo clientes, sino amigos.“, confiesa, con la cabeza gacha. En homenaje, sus amigos, que lo ayudan voluntariamente, colocan un cartel detrás del mostrador: aquí, “vendemos (casi) todo” excepto “líder”.

AFP/VNA/CVN

Prudencia Febo

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