CRÓNICO De la fruta prohibida al bucle neuronal
Este artículo fue tomado de la revista mensual Sciences et Avenir – La Recherche n°903, de mayo de 2022.
Los partidarios de las religiones abrahámicas afirman: Dios expulsó a Eva y Adán del Jardín del Edén después de que mordieran el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal -una manzana, aunque las opiniones difieren sobre este punto- a pesar de la prohibición que se había formulado explícitamente. para ellos.
Implantes cerebrales de doble propósito
La interpretación de este episodio y de la condena que siguió varía según los exegetas. Para algunos no se puede cuestionar el conocimiento como tal, ni el hecho de que la humanidad tenga acceso a él; lo que sería, es haber quebrantado la ley y, sobre todo, haber comido del fruto del árbol sin haber contribuido a su elaboración, es decir, tener acceso inmediato al conocimiento, sin esfuerzo.
Con el proyecto Neural Lace -“neural lace” en francés-, la empresa Neuralink lanzada en 2017 por el famoso empresario estadounidense Elon Musk, promete desarrollar implantes cerebrales con dos propósitos. Un objetivo terapéutico, ante todo, para tratar afecciones neurológicas como la enfermedad de Parkinson, la epilepsia o la demencia senil, en particular la enfermedad de Alzheimer, y determinados trastornos mentales como la depresión. Un proyecto mucho más ambicioso entonces, conectar nuestros cerebros a dispositivos electrónicos de almacenamiento de información para expandir sus capacidades.
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Mientras que el objetivo terapéutico parece loable, el segundo es dudoso.
A partir de ahí, sabremos sin molestarnos en aprender, ya que solo tendremos que conectar el módulo adecuado. Mientras que el objetivo terapéutico parece loable, el segundo es técnicamente dudoso y moralmente reprobable. Nada, en los resultados científicos actuales, autoriza a afirmar que los implantes cerebrales electrónicos capaces de aumentar nuestras capacidades cognitivas podrán fabricarse en un plazo razonable. Y, si eso sucediera, estaríamos obligados a admitir el conocimiento sin apropiarnos de él, sin interpretarlo y, por tanto, sin poder cuestionarlo. ¡Cómo no temer una calamidad peor que la que expulsó a Eva y Adán del Jardín del Edén!
Por Jean-Gabriel Ganasciaprofesor de la Universidad de la Sorbona, en París, investigador en inteligencia artificial en LIP6 (Universidad de la Sorbona, CNRS), ex presidente del comité de ética del CNRS. Último trabajo publicado: “Servicios Virtuales”Límite, 2022.
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