Ciencia. El reinado de los dinosaurios en la Tierra terminó en primavera
Ya lo sabemos: según un estudio publicado este miércoles, el reinado de los dinosaurios en la Tierra terminó… en la primavera del norte, con la caída de un asteroide gigante hace unos 66 millones de años. La determinación de esta temporada es importante para ayudar a comprender “cómo sobrevivieron y prosperaron los sobrevivientes”, explicó la autora principal del estudio, Melanie Durante, en una conferencia de prensa el martes.
Nunca sabremos, en tal escala de tiempo, el año exacto del evento, que tuvo lugar en Chicxulub, en la actual Península de Yucatán, México. El impacto de un asteroide, o quizás un trozo de cometa según un estudio reciente, provocó una serie de desastres seguidos de trastornos climáticos. Marcaron el final de la era Cretácica y sus amos en la tierra, los dinosaurios no aviares, y en el aire, los pterosaurios, reptiles voladores.
iluminación clave
El equipo liderado por la paleontóloga y doctoranda Mélanie Durante y el experto en vertebrados Dennis Voeten, ambos de la Universidad sueca de Uppsala, arroja luz sobre el evento con el estudio de fósiles de peces.
El sitio de Tanis, en la actual Dakota del Norte, guardaba el recuerdo de este apocalipsis. Reúne una población de especies fosilizadas, la mayoría de las cuales fueron encontradas enterradas bajo los depósitos del “seiche”, una especie de maremoto, informa el estudio. En este fenómeno, las ondas de choque del terremoto recorrieron más de 3.000 km en unas pocas decenas de minutos y levantaron las aguas de un mar interior que luego atravesó la actual América llevándose toda la vida a su paso.
El esturión continúa siendo estudiado
En Tanis, los científicos estudiaron los restos de tres esturiones y tres peces espátula utilizando, en particular, análisis tomográficos de rayos X de alta resolución del Sincrotrón Europeo de Grenoble (ESRF). Primero establecieron que el pez había perecido en el episodio del seiche, que fue acompañado por una lluvia de esferas de vidrio, un verdadero diluvio de arena vitrificada por el calor del impacto y proyectada en el aire, antes de volver a caer al suelo durante mucho tiempo. distancias. . El pez murió “entre 15 y 30 minutos” después del impacto, según Mélanie Durante. La prueba es que tuvieron tiempo de ingerir suficiente agua para que el dispositivo ESRF identificara las esférulas en sus branquias, pero no el tiempo suficiente para transportarlas al tracto digestivo.
En el ESRF, un estudio microscópico de la formación ósea de los fósiles permitió determinar que esta formación, que se produce en un ciclo de crecimiento anual, se encontraba en la primera etapa de un nuevo ciclo. “Las células óseas eran relativamente pequeñas, pero estaban comenzando a crecer nuevamente, lo que coincide con la primavera”, explicó Dennis Voeten en la conferencia de prensa. Un hallazgo confirmado por el análisis de la concentración en los huesos de un isótopo de la molécula de carbono, que aumenta según la riqueza de la dieta planctónica, que también es estacional. “Los peces murieron en primavera y el reinado de los dinosaurios terminó en primavera”, concluye Mélanie Durante.
Un invierno “nuclear”
El impacto, con una potencia equivalente a al menos varias decenas de miles de millones de bombas atómicas de Hiroshima, tuvo consecuencias para todo el planeta. Inmediata, con la aniquilación de toda vida cercana y grandes incendios a grandes distancias. Y a la larga, infligiendo un invierno “nuclear” durante años: la expulsión masiva de azufre y polvo formó aerosoles a la atmósfera que provocaron lluvia ácida y bloquearon los rayos del sol, reduciendo así la fotosíntesis.
Planta herbívoros hambrientos, como los grandes dinosaurios saurópodos. Los científicos suponen que el desastre golpeó con más dureza a la fauna del hemisferio norte, en plena fase primaveral de reproducción y crecimiento, que a la del sur, que entró en una fase de reposo e hibernación con la caída de determinadas especies. El suceso provocó una “extinción selectiva”, según Mélanie Durante, quien imagina que “para sobrevivir al invierno nuclear primero era necesario sobrevivir al impacto, y que las posibilidades eran mayores para quienes pudieran hibernar”. El estudio señala al respecto que los ecosistemas del hemisferio sur se recuperaron del desastre más rápido que los del norte.
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