Pau, el homínido catalán de hace 12 millones de años, recibe un nuevo rostro – Mr. Codigo
Un nuevo descubrimiento arqueológico ha puesto de cabeza las teorías sobre la evolución humana. Se trata de la reconstrucción facial de un pariente registrado de los seres humanos, el espécimen Pierolapithecus catalaunicus.
Investigadores han logrado armar el cráneo de este antiguo simio, lo cual ha permitido replantear y reevaluar las teorías existentes sobre la evolución de los hominoideos. Hasta el momento, solo se tiene un registro de la existencia de Pierolapithecus catalaunicus, llamado Pau, y este fósil fue descubierto en 2002 en Barcelona, España. Se estima que Pau vivió hace aproximadamente 12 millones de años.
El análisis del cráneo ha proporcionado evidencia de que Pau es un homínido basal, es decir, un antepasado muy cercano a la línea evolutiva que conduciría eventualmente a los seres humanos. El Pierolapithecus catalaunicus se ha convertido en una pieza clave para el estudio de la evolución de los simios erguidos.
Según los investigadores, P. catalaunicus caminaba con la columna erecta y tenía la capacidad de trepar verticalmente por los troncos de los árboles. Sin embargo, no desarrolló las adaptaciones necesarias para el desplazamiento suspendido de los simios antropomorfos, es decir, no se movía de rama en rama como los monos actuales. Probablemente se desplazaba de forma cuadrúpeda por encima de las ramas.
Este descubrimiento ha causado revuelo en la comunidad científica y se espera que se sigan realizando estudios en torno a este espécimen para obtener más información sobre la evolución de los hominoideos y, en particular, sobre los antecedentes de los seres humanos. El Pierolapithecus catalaunicus ha abierto nuevas puertas en nuestro entendimiento sobre nuestros antepasados primates y ha dejado claro que aún hay mucho por descubrir en el árbol genealógico humano.
No cabe duda de que este fósil tendrá un lugar destacado en los libros de historia de la evolución humana y en los museos de todo el mundo, y continuará asombrando a científicos y curiosos por igual. Este notable hallazgo demuestra una vez más que aún hay secretos por descubrir en nuestra propia historia.
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