Inmigración: cómo Suecia está revisando a fondo su copia
Suecia, considerada durante mucho tiempo una tierra acogedora, cambió su política migratoria en septiembre de 2022 con la llegada al poder de un gobierno de centro-derecha. El país ha ido cerrando paulatinamente sus puertas a los migrantes.
La puerta se cierra. Considerada durante mucho tiempo como una de las principales tierras de acogida de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, Suecia se ha embarcado en un cambio radical de rumbo.
El reino, descrito como una “superpotencia humanitaria”, ha replanteado su política migratoria tras la llegada al poder de un Gobierno de centroderecha (conservadores, liberales y demócratas cristianos), apoyado por el partido nacionalista Demócratas Suecos (SD). Este último, después de haber logrado un avance espectacular al final de las elecciones legislativas de septiembre de 2022, continúa navegando con éxito en el sentimiento antiinmigrante.
Así, ante la falta de integración de algunos inmigrantes que llegaron a Suecia hace varios años, las autoridades quieren ahora “reducir la cuota de refugiados recibidos a 900 por año” frente a los 6.400 en 2022, indicó la ministra de Inmigración Maria Malmer Stengard, nombrado para este cargo el pasado mes de octubre.
“Estoy convencido de que para que la inmigración funcione, debe ser ordenada. Nuestra política de asilo ahora debe reflejar lo que se hace en el resto de la UE. No podemos seguir diferenciándonos de otros países comparables por tener condiciones más generosas”, dijo en una entrevista con Figaro.
“Queremos reducir la inmigración relacionada con el asilo, comenzando por reducir la cuota de refugiados admitidos a 900 por año. Pero seguimos siendo uno de los países de la UE que más inmigrantes recibe per cápita”, dijo.
medidas más duras
Además de reducir la cuota de refugiados recibidos, el gobierno sueco tiene la intención de “confinar a los solicitantes de asilo en centros de tránsito en Suecia hasta que se examine su situación para que podamos observarlos”.
A esto se suma el “fin” del estatus de residente permanente para los refugiados. “Tendrán que regresar a casa si las condiciones en su país cambian y ya no necesitan protección”, dijo Maria Malmer Stenergard.
Con respecto a los inmigrantes ilegales y las personas cuyas solicitudes de asilo han sido rechazadas, el gobierno quiere “rastrearlos” para enviarlos de vuelta a casa. Para el ejecutivo, estas medidas deberían disuadir a los inmigrantes de buscar refugio en Suecia.
Una población menos complaciente
Pero este tema candente, que pone de pleno acuerdo a los cuatro partidos de la coalición de gobierno y al SD, también está teniendo éxito con una población sueca frustrada con la política migratoria menos restrictiva del anterior gobierno socialdemócrata.
Y desde la crisis migratoria de 2015, durante la cual Suecia acogió a casi 163.000 refugiados, un récord en Europa, el 42% de los suecos se han vuelto menos acogedores con los solicitantes de asilo, según encuestas de Sifo e Ipsos.
Cinco años después, en 2020, el 58 % reclama menos refugiados, a pesar de una notable caída en las llegadas.
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