Tres partículas de polvo revelan los secretos de un asteroide
Los granos son minúsculos, más pequeños que el grosor de un cabello, pero contienen la historia, en miles de millones de años, de los secretos de un asteroide.
Las tres partículas del asteroide Itokawa revelaron que este tipo de objeto espacial es mucho más antiguo de lo que se pensaba y mucho más difícil.
Eso implicaría revisar los planes para evitar una colisión con la Tierra, según un estudio publicado el lunes en Proceedings of the US National Academy of Sciences.
Las tres muestras se recuperaron en 2005 del asteroide mientras navegaba a unos 300 millones de kilómetros de la Tierra. La sonda espacial japonesa Hayabusa tardó cinco años en traerlos de regreso al planeta azul, junto con cientos de otras partículas de Itokawa.
Fred Jourdan, profesor de la Facultad de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Universidad de Curtin en Australia, buscó descubrir la edad de Itokawa, un tipo de asteroide que se dice que tiene un “cúmulo suelto”.
Resulta del ensamblaje de los fragmentos de un asteroide monolítico que fue pulverizado por una colisión.
Se dice que los asteroides monolíticos tienen una vida útil de unos pocos cientos de millones de años y se erosionan gradualmente por las colisiones con otros asteroides.
El asteroide de racimo suelto, como Itokawa, tiene una estructura muy diferente. Con una variopinta colección de rocas, polvo, grava e incluso vacío, unidos por un simple efecto de la gravedad.
“Es como un cojín gigante en el espacio, y los cojines son buenos para absorber impactos”, comenta el profesor Jourdan.
Para averiguar cuánto, el equipo analizó la estructura cristalina de las muestras, buscando deformaciones por el impacto que creó Itokawa. Y también salió con ellos.
La conclusión es que Itokawa se formó después de una colisión que ocurrió hace al menos 4.200 millones de años, casi la edad de la Tierra (4.500 millones de años), pero en su mayoría diez veces mayor que la edad de los asteroides monolíticos de tamaño similar.
Una era tan venerable que Fred Jourdan está “convencido” de que algunos de sus compañeros “no le creerán”.
La resiliencia de este tipo de objetos espaciales a las colisiones es tal que debe haber muchos más de los que se pensaba, según el estudio.
Como consecuencia de adaptar las formas de protección ante una colisión de la Tierra por este tipo de asteroides, observa el geoquímico.
El experimento DART para desviar la trayectoria de un asteroide, realizado con éxito el año pasado por la NASA, demuestra que esto es posible con un objeto como Itokawa, según el científico. Pero eso requeriría aplicarle una fuerza mucho mayor, por ejemplo con una ojiva nuclear, para que “la onda de choque desvíe el asteroide de su curso”.
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